Un corto paseo que nos acerca al Río Búrdalo, donde todo el medio ambiente que se desarrolla en la rivera es un atractivo más que se suma al molino, huertas, la ganadería doméstica…
VISITA
PUEBLO
Hasta hace muy pocos años, las localidades con disponibilidad del más mínimo cauce de agua que contaban con su propio molino harinero y, en muchas ocasiones, podían tener dos o más molinos en una localidad, tal y como ocurrió en Villamesías donde existieron varios molinos, de los que quedan los restos del molino propiedad del “tío Calata” y otro de la Iglesia.
Ambos molinos eran accionados mediante rodeznos, y necesitaban disponer de una caudal constante, en nuestro caso, las aguas del río Búrdalo, desviadas hasta el molino mediante una acequia. El empleo de estos dos molinos hidráulicos para moler la harina supuso un gran avance tecnológico para el municipio y para los pueblos cercanos como Abertura o Puerto de Santa Cruz, tanto en lo que afecta al tiempo empleado para la molienda como lo que supuso de ahorro de trabajo. No hemos de olvidar que fue la actividad industrial de mayor trascendencia para la sociedad, habida cuenta la importancia que tuvo, y aún tiene, en la dieta alimenticia extremeña.
El Catastro de Ensenada recoge las respuestas a las preguntas enviadas a Villamesías el 3 de agosto de 1746, de las que extraemos que era una villa de señorío y pertenecía a don Baltasar Mesía de Vargas, conde de los Corbos y vizconde de esta villa. Que existen cuatro molinos harineros, dos situados en el arroyo de Búrdalo, uno propio de la Hermandad de las Benditas Ánimas de esta villa; otro de Tomás Broncano; y los dos restantes en el arroyo de Burdalillo, propiedad de Domingo Sánchez Torres, presbítero, y el otro de Mateo Amarilla, presbítero, vecino de Aldea del Obispo
El molino hidráulico harinero surge por primera vez en época romana en sus dos variedades: de rueda horizontal y de rueda vertical. Sin embargo, no fue hasta la Edad Moderna cuando el molino de agua alcanzó su máxima expansión, mantenida hasta mediados del siglo XX, cuando el desarrollo tecnológico le robó protagonismo.
Estos dos molinos de Villamesías situados en el río Búrdalo, a 300 m uno de otro, se encuentran derruidos, son los testigos mudos de un pasado agrícola que tuvo una floreciente industria harinera. Se han estado usando estos molinos, relativamente, hasta hace poco tiempo.
Al molino del “tío Calata” llegamos por una calleja que parte de la calle Gabriel y Galán. Si lo bordeamos acercándonos al río podemos ver los oxidados engranajes con los que funcionaba antiguamente. Si subimos arriba veremos las conducciones por donde precipitaba el agua que hacían posible la molienda del grano.
En el Interrogatorio de la Real Audiencia de 1791 se mencionan los molinos: “Que hay dos riachuelos o torrentes que yslan la villa, pero la maior parte del tiempo estan secos, expecialmente en verano y por lo mismo no hay azequias, ni pueden sacarse porque de nada serbirian, y no hay aguas minerales. Que no hay molinos de azeite, ni otra maquina para trillar, ni de otra especie mas que tres molinos arineros”.
A 300 metros se encuentran los restos de otro molino, el que era propiedad de la iglesia, casi destruido, al que llegamos por la vereda, remontando el río unos 300 metros, y desde donde divisamos una buena panorámica del pueblo y de los charcones del Búrdalo. Si seguimos recto unos metros, atentos a un desvío a la derecha con espesa vegetación en el suelo, llegamos a la antigua conducción del agua que desviaba el agua del río para llevarla hasta el molino, en algunos puntos veremos las paredes de esta canalización.
Regresando al pueblo, antes de entrar en la calle Alameda nos encontramos con el “charco de la higuera loca”, donde antiguamente lavaban el lino, aún quedan algunas piedras donde se refregaba el lino
Los paisajes cambirán notablemente con la estación del año en que lo visitemos. El régimen de lluvias es importante para determinar el caudal del río. La primavera, por explosión que se produce en toda la tierra y el invierno por el aspecto del río enbravecido por las lluvias pueden ser momentos clave, pero durante todo el año ofrecen un marco incomparable para disfrutar de un entorno natural que tenemos muy a mano.