RUTA MOLINOS DE BURDALO

Un paseo corto que nos dirige hacia el río Búrdalo, donde todo el medio ambiente que se desarrolla en la rivera es un atractivo más que se suma al molino, huertas y la ganadería doméstica entre otros.

RECORRE
RECORRE

dATOS TÉCNICOS

RUTA MOLINOS DE BURDALO
3 Km.
1 h. 33 min.
Senderismo
Circular
Fácil

Hasta hace pocos años, las localidades con disponibilidad del cauce de agua y su propio molino harinero podían tener dos o más molinos, tal y como ocurrió en Villamesías. Esta localidad cuenta con varios molinos y en la actualidad quedan sus restos, algunos son propiedad del “tío Calata” y otros de la Iglesia. Ambos molinos eran accionados mediante rodeznos y necesitaban disponer de una caudal constante, en el caso de Villamesías, las aguas del río Búrdalo eran dirigidas hacia el molino mediante una acequia. El empleo de estos dos molinos hidráulicos para moler la harina supuso un gran avance tecnológico para el municipio y para los pueblos cercanos como Abertura o Puerto de Santa Cruz, tanto en lo que afecta al tiempo empleado para la molienda como en el ahorro de trabajo. No debemos olvidar que fue la actividad industrial de mayor trascendencia para la sociedad si tenemos en cuenta la importancia que tuvo y tiene la la dieta alimenticia extremeña.
El Catastro de Ensenada recoge las respuestas a las preguntas enviadas a Villamesías el 3 de agosto de 1746. De ellas sacamos en claro que era una villa de señorío y pertenecía a don Baltasar Mesía de Vargas, conde de los Corbos y vizconde de esta villa. Que existen cuatro molinos harineros, dos situados en el arroyo de Búrdalo, uno propio de la Hermandad de las Benditas Ánimas de esta villa, otro de Tomás Broncano y los dos restantes en el arroyo de Burdalillo, uno propiedad de Domingo Sánchez Torres, presbítero y el otro de Mateo Amarilla, presbítero, vecino de Aldea del Obispo
El molino hidráulico harinero surgió por primera vez en la época romana con dos variantes: molino de rueda horizontal y de rueda vertical. Sin embargo, no fue hasta la Edad Moderna cuando el molino de agua alcanzó su máxima expansión que duró hasta mediados del siglo XX, cuando el desarrollo tecnológico le robó el protagonismo. Los dos molinos situados en el río Búrdalo, a 300 metros el uno del otro, se encuentran derruidos, son los testigos mudos de un pasado agrícola que tuvo una floreciente industria harinera. Se han estado usando estos molinos hasta hace, relativamente, poco tiempo. Por una calleja que parte de la calle Gabriel y Galán, llegamos al molino de «tío Calata». Si lo bordeamos acercándonos al río podemos ver los oxidados engranajes con los que funcionaba antiguamente. Si subimos arriba veremos las conducciones por donde precipitaba el agua que hacían posible la molienda del grano.
En el Interrogatorio de la Real Audiencia de 1791 se mencionan los molinos: “Que hay dos riachuelos o torrentes que aíslan la villa, pero la mayor parte del tiempo están secos, especialmente en verano y por lo mismo no hay acequias, ni pueden sacarse porque de nada servirían, y no hay aguas minerales. Que no hay molinos de aceite, ni otra maquina para trillar, ni de otra especie mas que tres molinos harineros”.
A 300 metros se encuentran los restos de otro molino, el que era propiedad de la iglesia y está casi destruido. Desde el molino que se llega por la vereda, remontando el río unos 300 metros podemos divisar una buena panorámica del pueblo y de los charcones del Búrdalo. Si seguimos recto unos metros, veremos un desvío a la derecha con espesa vegetación en el suelo, llegamos a la antigua conducción del agua que la desviaba al río para llevarla hasta el molino, en algunos puntos veremos las paredes de esta canalización.
Regresando al pueblo, antes de entrar en la calle Alameda nos encontramos con el “charco de la higuera loca”, donde antiguamente lavaban el lino, aún quedan algunas piedras como prueba.
Los paisajes cambiarán notablemente según la estación del año en que lo visitemos. El régimen de lluvias es importante para determinar el caudal del río. La primavera es una explosión que se produce en toda la tierra y el invierno le proporciona al río un aspecto embravecido por las lluvias, pero durante todo el año ofrecen un marco incomparable para disfrutar de un entorno natural muy accesible.